jueves, 14 de noviembre de 2013

Japuta, el más feo de los pescados



La fealdad de este pescado es evidente, indiscutible. Y la suya es además una fealdad gris, anodina, sin matices; distinta por ejemplo de la terrorífica fealdad del rape,  de la fealdad teatral de la raya, o de la siniestra fealdad de la lamprea. La fealdad de la japuta, su aspecto antediluviano,  ese color apagado y mortecino, y un perfil absurdo con cara de piraña bobalicona, hacen que la tan bien llamada japuta, sea un pescado poco apetecible, de aquellos que no llevaríamos a nuestra cocina,  si no fuera por que una vez desvestida de su sayo gris tristón, y debidamente hermoseada a través de la receta adecuada, la alquimia culinaria, su naturaleza transita del horror a la delicia gastronómica, además, a muy buen precio.


De hecho, la japuta, pescado semi graso, o semi  azul, como quisiéramos llamarlo; también llamado en Catalunya castañola, palometa  o saputa, fue un pescado muy popular en las mesas españolas hace unos años, cuando su presencia en los puertos pescadores  era abundante, y por tanto, lo mismo en los mercados. Perfumado con orégano y pimentón  al estilo de los adobos andaluces, la fealdad de este pescado queda olvidada y se presenta como un clásico de la cocina del sur.  En todo caso, se trata de una muestra mas de la infinita variedad de elementos que ofrece la naturaleza marina a la alimentación humana, de tal forma, que difícilmente un cocinero agotaría en su vida profesional todas las posibilidades que el mar le ofrece. 



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