Josep Pla decía, escribió, que “los vegetarianos,
naturistas herbívoros, aguaclaristas, infusionistas, nudistas y en general toda
clase de puritanos, son susceptibles de odiar a sus semejantes en grado máximo.
En cambio, una cierta debilidad ante las cosas de la vida – un punto de gula,
una poco de pereza, una ráfaga de voluptuosidad – parece estar de acuerdo con
un estado de tolerancia, de inocuidad, de mansedumbre” Pla tenia estas cosas.
Sentenciaba con la vehemencia de un fiscal y con la autoridad de un juez. A menudo, sus
puntos de vista son mas que discutibles, y en este caso, desde luego, al menos exagerados, aunque es cierto que si
bien, la frase en si no es mas que mera provocación, un enunciado, el concepto es comprensible y
es cierto, que aquellos que son extremados en su forma de entender la
alimentación, lo son también en otros aspectos de la vida, como dice T. Harv Eker, el autor de numerosos libros de
los llamados de auto ayuda, como "Los secretos de una mente millonaria": como haces una cosa, las haces todas.
En todo caso, y dejando de lado complicadas elucubraciones
filosóficas, es evidente, que en algunas ocasiones, el gusto por algún tipo de
recetas, es posible que nos hable del carácter de un individuo. Estudios
realizados en diferentes universidades americanas, así lo aseveran. Es fácil por
ejemplo, dejarse seducir por la presencia bondadosa de una fuente de macarrones
a la crema, bien gratinados, con ese
dorado crujiente y apetitoso que los hace realmente enternecedores; ¿Como dudar
de la cordial afabilidad de un comedor de macarrones? No puede haber una imagen
más sosegada y placida. Sin embargo, recuerdo haber leído que los macarrones a
la boloñesa, eran el plato favorito de George Busch. ¡Que gran dificultad tiene
el estudio de la mente humana ¡
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